La leyenda del hombre que se transforma en lobo es muy antigua en la tradición occidental. En la Edad Media tuvo un recrudecimiento indescriptible en la sociedad europea. Aunque en España era conocida, a la Argentina ha entrado por el Brasil a la región guaranítica. Lo documenta el nombre lobisón, que ha tomado, derivado del portugués lobis-homen. La creencia general es la de que el séptimo hijo varón de un matrimonio, nace con la fatalidad de transformarse en un animal, los días martes y viernes; es común que se transforme en un perro —no hay lobos en Sudamérica. Un perro que ataca a los hombres y a los perros.
Está tan extendida y arraigada la creencia que en todas partes de la región encontramos narradores que nos dan su versión. El tema da para un largo y minucioso estudio (Vidal de Battini lo realizó en una conferencia que se publicó en una Revista de Folklore).
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Lobisón, del portugués lobis-homen. El nombre ha tomado, en la región guaranítica, otras formas como veremos en algunas versiones. Teniendo en cuenta su origen, Vidal de Battini la escribió con s y no con z como es frecuente en el país.
A continuación, presentamos algunas versiones de diferentes zonas del país de esta leyenda:
EL LOBISON
Nuestro vecino, a la noche, a la medianoche, sintió que los perros estaban ladrando. Se levantó a ver qué era. Y vio que el lobisón entró en la quinta de él. Y la señora le dijo si no quería el fusil. Y él le dijo que no le traiga porque no se tiene que matar si no tiene la bala bendecida en tres iglesias. Y tampoco dijo que la linterna iba alumbrar, porque si no tiene la pila bendecida, no alumbra. Y el señor lo vio que salió y se revolcó en la arena, y como un perro se levantó y se jue derecho al cementerio. Y lo viernes y lo sábado sale eso. A la medianoche sale. Ese es el lobisón. Todos saben.
Juan León Pereyra, 14 años, C. Fontana. Patino.Formosa. 1952.
Oyó el relato a numerosas personas.
EL LUISOME
Cuando hay una mujer que tiene siete hijos varone seguido el último es luisome, y si son mujeres, la última es bruja. Y es mismo, porque yo vi de un hombre alto, flaco, pálido, que tenía la uña larga y sólo quería come yerba. Será mismo porque todos los viernes, de noche, se escapaba de la casa, y dice que ía al cimenterio a come dijunto. Y al otro día tenía los dientes colorado, de come dijunto.
Un día, yo vi de un perro grandote, que salía al trote y batía las orejas y golpeaba los diente, y era él mismo, el luisome.
Y el luisome se hace, de hombre, perro. A las doce en puntito de la noche, se va en donde duerme las gallina, y bien desnudo, se regüelca en el estércol, y ya sale el perro. Y después de madrugada, güelve él, otra vez, y hace lo mismo para salí hombre. Y no hay que mátale porque si le salta la sangre a uno, él no es más luisome, y uno queda en lugar de él.
Ana Ponte, 75 años. Santa Ana. Candelaria. Misiones. 1952.
Lugareña rústica.
EL LOBISOME O LOBISÓN
Cuando en una familia nacen siete hijo varone seguido, el sétimo tiene un maleficio que lo hace lobisome o lobisón. Cuando el muchacho tiene cierta edá, a la media noche de los vierne se transforma en perro, en chancho o en un animal que se parece a lo do. Sale por las calles del pueblo, mata a lo niño que no están bautizado, ataca a los hombre y a las mujere. Los perro no le pueden hacer nada, se asustan, gruñen y se esconden. Las bala no le hacen nada. Sólo una bala bendita le puede entrar en el cuerpo.
Hay un modo de curarle el embrujo que tiene desde que nace, y es herirle, Cuando le brota sangre se cura. Un hombre muy valiente puede hacerle esto con el cuchillo, y en forma que el lobisome no se dé cuenta, que no lo vea, porque lo ataca y lo mata. Entonce toma la forma de cristiano y se porta como muy agradecido. Pero, por otra fatalidá que le queda, tratará por todo lo medio de mata al salvador y a su familia. Por eso, claro, nadie se anima a herir al lobisón para salvarlo del embrujo. El embrujo se cura sólo si le sacan la sangre.
Ángela P. de Modú, 69 años. Santa Lucía.
Lavalle. Corrientes. 1950.
EL LUISÓN
El luisón me salió a mí una noche en tiempo de verano. Yo venía de Mojones con carro con carbón. Llegué a mi casa. Al lado de mi casa puse el carro y yo me acosté a las varas, al costau. Yo tenía tres perros: un ovejero, un barbilla y un galgo. Entonce armé la cama, me acosté y me tapé con poncho fino. Por áhi me dio gana de jumar. Taba jumando. Me pasó por mi cara una sombra de perro y no le vi de orejas. Llamé mis perros, ¡Cual! ¡Chirola! ¡Cúchalo! Los perros no lu habían sentido. Se levantaron, me atendieron que los mandaba pa que corrieran eso. Si acercaron un poquito, lo miraron y recularon pa atrás, se asustaron. Me levanté, le eché los perros que encararon y juyó. Y el bicho no gritaba por nada. Los perros le hicieron corralito pero juyó no más, no sé como se jue. Los perros andaban toriando pero se echaron y se durmieron. Y volvió. Y agarré las apargatas. Yo le tiraba las apargatas. Y le volvía a tirar y se volvía otra vez el bicho. Los perros le tenían miedo y hacían como un gruñido y no lo atropellaban. Y ya no dormí más. Yo me di cuenta en seguida que era el luisón. Yo tenía facón y cuchillo. Y saqué el facón con una mano y el cuchillo con la otra. Y ya hice como que lo iba a cortar. Y ya 'taba como clariando la madrugada. Cuando el bicho me vio con el facón juyó y no volvió más. El facón tiene cruz y ese lo puede cortar.
Al otro día yo conté y todos se dieron cuenta que era el luisón. Y un vecino me decía:
—Si lo corta con el facón, el tipo se manda a cambiar y no vuelve más. Con las balas no si hace nada. Sólo la bala bendecida le dentra. Este bicho ya li ha salíu a otros. Porque usté es valiente no li ha hecho nada.
Y así aprendí a correr al luisón que es tan peligroso. Más o menos se sabía quien era el hombre que si hacía luisón, pero nadie podía hacer nada. Es un hombre que ha nacido el último de 7 hermanos y cuando se hace bicho es muy malo.
Héctor Osear Achor, 19 años. Villaguay. Entre Ríos. 1961.
El narrador es peón de campo. Trabaja en
la quema del carbón vegetal.
EL BISÓN
Bueno, acá, también como en muchas partes, hay familias creyentes de que el sétimo hijo de la familia, el hijo varón por supuesto, que hay ciertos días de la semana, los martes y viernes, se convierte en bisón, que viene siendo un lobo. Que aparece y a veces asusta a la misma familia. Que mata, que en fin, es temible, en una palabra. Se lo puede curar por medio de algún curandero, de algún payé, de esos que hacen, no sé, algunas personas. Pero acá hay creencia de que sí, que existe. Y que ha aparecido, dicen algunas familias.
Aníbal Aldana, 50 años. San Pedro. Buenos Aires. 1969.
Marinero. Nativo de San Pedro. Todos sus cuentos los narra
en las islas del Delta del Paraná, sobre el Brazo Baradero.
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