¿Quién es?
Había llegado
la noche anterior a un pueblito de Córdoba llamado Embalse, que pertenece a Río
Tercero.
Desperté por
la mañana bien descansada, era un día magnífico, con mucho sol. Luego de
arreglar mis cosas y de hablar con la dueña de la cabaña, agarré mi reposera,
mi equipo de mate y, pasando por la capilla (en ese entonces era capilla) de la
Virgen de Loreto, me dirigir a la orilla del lago, dejando encargado en uno de
los restaurantes lo que quería comer a eso de la una.
Armé en la
orilla mi sillita y me puse a cebar mate, mirando el despliegue que hacían los
cisnes y los patos rayados, mientras un gato barcino se arrimó poniéndose
debajo de la silla para tener sombra. Al rato, un perro se echó con distancia,
por las dudas, mientras un par de "casas bote" se iban alejando
despaciosamente hasta el centro del lago, dejando un caminito plateado sobre el
agua.
Tomé mate,
comí bizcocho galleta, como dicen los cordobeses, tirando las miguitas a los
confianzudos pajaritos que se me arrimaron. Y dejando el mate en el canasto, me
dispuse a leer el libro, que me tenía atrapada, cuando una sombra se interpuso
entre el paisaje y yo, oscureciendo también mi lectura. Me vi reflejada en un
espejo de aire. Yo o ella o yo, estaba gritando
—¿Por qué te
fuiste sin avisar, dejándome con todos los problemas?
—No se no te
conozco —le dije—, me veo reflejada en vos, pero no soy yo, como tampoco vos
soy yo o yo vos —tartamudeaba asombrada.
No sabía qué hacer.
Era idéntica a mí, ¡como yo a ella! Pero no tengo hermanas, soy hija única o
fui. Mis papás hace mucho que no están...
—Sí, pero yo
me quedé sola.
—Yo también,
no sabía que existieras. No creo que seas mi hermana: si bien somos parecidas,
eres protestona, de malos modales, me vienes a increpar y no sé nada de ti. Al
menos traeme papeles o algo que acredite que sos mi hermana o mi pariente.
Pero ella
seguía gritando incongruencias.
Al rato, más
calmada, me dijo:
—No soy de acá,
vengo del otro lado, donde soy tu doble. Todo lo que hay acá, está doble
allá...
Y se fue
esfumado poco a poco, justo cuando del quincho me llamaban para almorzar.
Caminé medio mareada,
me parecía que estaba en el aire, no salía de mi asombro, no entendía nada. Me di
vuelta y no estaba. Solo vi mi silla, mi libro y mi canasto. Alrededor, nada,
solo luz neblinosa.
Le pregunté a
la moza, si había visto a alguien junto a mí.
—No, señora,
usted estaba sola —y al verme tan intrigada, agregó— Pero no se preocupe
señora, en este lugar aparecen cosas inexplicables que tienen que ver con
"otras dimensiones".
La luz se fue poniendo
más clara, parecía que no había pasado nada… Pero en mi mente, sí.
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