El zorro detestaba trabajar. Cuando se encontró con el quirquincho le propuso dividir horarios para atender una empresa en común. Le manifestó que él se encargaría del turno noche. Entonces, el quirquincho puso un teatro y el zorro tuvo que atenderlo diariamente.
Enojado, le dijo que cambiaría de turno. Fue entonces cuando el quirquincho instaló una verdulería.
Agotado, el zorro propuso que su turno sería al mediodía. Y el quirquincho abrió un restaurante en donde sólo se servían almuerzos.
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