A raíz de mi trabajo periodístico por varias provincias, me solicitaron que, además de los videos para la televisión, hiciera una reseña sobre qué me había impactado más en mi recorrida. Sin dudarlo, dije que el contacto con la gente de las afueras y las coincidencias que encontré en sus creencias y saberes populares. Lo más significativo: las leyendas. El tema preponderante: El hombre lobo. Me explicaron que las causas por las que un humano se convierte en Lobizón son múltiples.
- Ser el séptimo hijo varón y mirar la luna llena
- Ser el séptimo hijo varón y no ser bautizado.
- Beber en el mismo lugar donde lo hizo un lobo.
- Ser mordido por otro hombre lobo, etc., etc., etc...
En Salta, escuché una leyenda que elegí para contarles y me fue dicha por una anciana que vivía en las afueras de la ciudad de Iruya, cerquita de Jujuy, a donde yo me dirigía. La mujer estaba sentada a la vera del camino en una silla medio rota, vendiendo unas artesanías rudimentarias. Paramos el automóvil para comprar algo y con la intención de incluirla en mis reportajes. Así, me enteré de su desgracia y aquí la cuento. De esto habían pasado alrededor de cuarenta años.
Tomasa tenía seis hijos varones y estaba embarazada. Rezaba a los santos y a la Pacha Mama para que fuera niña. En ese lugar, creían que el séptimo hijo varón se transformaría en lobo cuando hubiera luna llena y él la mirara, entonces le aconsejaron que si tenía un varón, no saliera de su casa en luna llena y que se apurara a bautizarlo. Tomasa tuvo un varón que llegó a los quince años sin la maldición, eso sí, sin salir y mirar la luna llena.
Una noche de mucho calor y luna llena, estaban los hermanos y padres en el patio de tierra comiendo y charlando. De pronto, se produjo un incendio dentro de la casucha con techo de paja. Venancio, que así se llamaba el muchacho, salió al patio para no ser preso de las llamas.
El grito de Tomasa llegó tarde y el muchacho sin quererlo miró el cielo y vio el enorme disco plateado. De inmediato sus dientes, garras y vellos crecieron y de su boca salió un alarido. Todos huyeron pero el hombre lobo ya había matado a dos de sus hermanos. El padre tomó la escopeta y para salvar a su familia sacrificó a su hijo Venancio que, ya en el piso y ensangrentado, recobró su forma humana. El padre murió de pena, los hermanos dejaron la casa al casarse y Tomasa quedó repitiendo, a todo el que paraba en su rancho, la triste historia de Venancio, el lobizón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario