viernes, 4 de septiembre de 2020

Nombre de lugares - Abelardo

Nací en Puan, provincia de Buenos Aires y desde recién nacido viví en Avestruz por ocho años. Esta pequeña parada ferroviaria debía su nombre a esas aves grandes y corredoras, las avestruces, que había en gran cantidad en el lugar.

Esta parada ferroviaria era utilizada para cargar cereales en grandes galpones. En esa época las semillas eran embolsadas y esperaban bajo techo y cuando los galpones no bastaban se apilaban en la playa del ferrocarril cubiertas con grandes lonas. Todo esto lo tengo presente porque mi padre era recibidor de cereales y en casa tenía su oficina donde contrataba y pagaba a los peones.

La nuestra era una comunidad muy pequeña: la estación con la casa del jefe de estación, un almacén de cada lado de la vía, la escuela con 20 alumnos de diferentes grados, con la Srta. Nélida a la cabeza, y en un extremo de la playa del ferrocarril, el destacamento de policía, con un oficial y su familia. Había también un viejito muy hábil en el trenzado de cueros para rebenque, lazos y monturas.

En realidad éramos como una familia, nos reuníamos para las distintas fiestas en las que participaban los chacareros de los alrededores. La maestra vivía en mi casa y aprendía a tejer y a coser con mi mamá. 

Hoy de aquel Avestruz que vio mis primeros años, no queda nada, ni los rieles del ferrocarril, sólo sobrevive un enorme tanque que almacenaba el agua para las locomotoras y que seguro es el único testigo de las carreras de las avestruces que seguro han sobrevivido a la pequeña parada ferroviaria a quien dieron su nombre.


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