Mi catarata
El gomón avanza horadando el agua del río, enfiló hacia la caída estrepitosa, por fin se hacía realidad mi sueño de conocer las cataratas del Iguazú. Ayer las había visto desde arriba, hoy casi me estaba metiendo en ellas.
El agua, nos salpicaba, nos empapaba, la gente gritaba feliz, yo estaba empapada pero contenta, estaba ahí, tan cerca disfrutando esa maravilla. El sonido del agua cayendo era ensordecedor, casi no se oían los gritos, las risas, pero nos veíamos las caras de felicidad unos a otros.
Volví exhausta y empapada al hotel, ya no escuchaba la fuerza de las Cataratas.
Después de un tibio baño me acosté y, sin preámbulos, me dormí.
Sonó el despertador y cuando intenté apagarlo, encontré sobre la mesa de luz, una pinza y la llave francesa.
¡Ah! la descarga estaba funcionando correctamente.
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