Pérdida entre espejos
“El universo se compone de un número
indefinido y tal vez infinito de galerías hexagonales”. Esta frase de la
Biblioteca de Babel, de Borges, me volvía a la memoria una y otra vez después
de lo ocurrido en el Museo de Arte de Varsovia.
Era primavera, de esa primavera q en los
países eslavos tiene el brillo de los deshielos en las praderas floridas. Había
llegado temprano para la visita guiada. En la fila nos habían dado un folleto
con las imágenes de ese edificio y un plano con la distribución de salones,
galería y escaleras. Éramos un grupo de 15 personas que con entusiasmo
recorríamos el museo.
Nos detuvimos frente a “La siesta” de
Paul Gauguin 1892. Un cuadro en el que el pintor deja de lado el trazo libre
del impresionismo para encerrarlo en las líneas y colores del realismo. Entramos
a otro salón en el que la pared estaba cubierta por un gran espejo enmarcado en
una madera afiligranada de sándalo africano.
Mi atención quedó flotando en los
vericuetos de ese marco que me pareció casi siniestro. Levanté la vista y me vi
duplicada en él, como en otro espejo, y este en otro y otro en otro y otro y
otro más... Estaba atrapada en múltiples imágenes que me devolvían los espejos.
De pronto, el vértigo y las náuseas se
apoderaron de mí. Necesitaba asirme a algo, salir de ese espacio asfixiante,
interminable, que rodeaba todas las paredes. Percibía sonidos pero sus ecos se
perdían en un profundo silencio. Los espejos se iban fundiendo uno en el otro
como en un caleidoscopio. Mi imagen permaneció en esa dimensión de cristal un
tiempo impredecible. El temor y la confusión me iban ganando.
¿Cómo salir de ese universo q me tenía
atrapada en la imagen?
¿Cómo eludir la certidumbre de estar
encerrada en esos espejos?
¿Cómo romper el orden infinito q invadía
todos los rincones?
De pronto, reconocí en la lejanía la voz
de la guía y, como en un sueño, salí lentamente de ese laberinto de espejos
paralelos y convergentes, hasta descubrir nuevamente los lunares blancos del
cuadro de Gauguin.
Hace mucho tiempo de esta historia, pero
cada vez q me refiero en un espejo, cierro los ojos y apresuró el paso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario