lunes, 2 de noviembre de 2020

El encierro - Zita

Pérdida entre espejos

“El universo se compone de un número indefinido y tal vez infinito de galerías hexagonales”. Esta frase de la Biblioteca de Babel, de Borges, me volvía a la memoria una y otra vez después de lo ocurrido en el Museo de Arte de Varsovia.

Era primavera, de esa primavera q en los países eslavos tiene el brillo de los deshielos en las praderas floridas. Había llegado temprano para la visita guiada. En la fila nos habían dado un folleto con las imágenes de ese edificio y un plano con la distribución de salones, galería y escaleras. Éramos un grupo de 15 personas que con entusiasmo recorríamos el museo.

Nos detuvimos frente a “La siesta” de Paul Gauguin 1892. Un cuadro en el que el pintor deja de lado el trazo libre del impresionismo para encerrarlo en las líneas y colores del realismo. Entramos a otro salón en el que la pared estaba cubierta por un gran espejo enmarcado en una madera afiligranada de sándalo africano.

Mi atención quedó flotando en los vericuetos de ese marco que me pareció casi siniestro. Levanté la vista y me vi duplicada en él, como en otro espejo, y este en otro y otro en otro y otro y otro más... Estaba atrapada en múltiples imágenes que me devolvían los espejos.

De pronto, el vértigo y las náuseas se apoderaron de mí. Necesitaba asirme a algo, salir de ese espacio asfixiante, interminable, que rodeaba todas las paredes. Percibía sonidos pero sus ecos se perdían en un profundo silencio. Los espejos se iban fundiendo uno en el otro como en un caleidoscopio. Mi imagen permaneció en esa dimensión de cristal un tiempo impredecible. El temor y la confusión me iban ganando.

¿Cómo salir de ese universo q me tenía atrapada en la imagen?

¿Cómo eludir la certidumbre de estar encerrada en esos espejos?

¿Cómo romper el orden infinito q invadía todos los rincones?

De pronto, reconocí en la lejanía la voz de la guía y, como en un sueño, salí lentamente de ese laberinto de espejos paralelos y convergentes, hasta descubrir nuevamente los lunares blancos del cuadro de Gauguin.

Hace mucho tiempo de esta historia, pero cada vez q me refiero en un espejo, cierro los ojos y apresuró el paso.

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