viernes, 28 de agosto de 2020

Promesa incumplida, súplica atendida - Nora

Era un joven feliz que vivía con mis padres y siete hermanos en una pequeña casa de madera en la costa de la bahía Engaño, Chubut. Mi padre era pescador, oficio que había aprendido en su Gales natal. Todas las madrugadas, se dirigía a la playa y caminaba dos o tres metros mar adentro para extender las redes, donde quedaban atrapados  peces y mariscos. El mar nos daba alimento y paz. 

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Un día, salí de mi casa corriendo para alcanzar a mi padre en el camino y ayudarlo a cargar el producto de su trabajo. Estaba ansioso porque durante dos días el mar no había ofrecido ningún sustento para la familia. Me sorprendió la tristeza de su mirada, porque la pesca había sido abundante. Después de comer, me llevó a la playa y me dijo: “Hijo, todo lo que pesqué esta mañana no se debió a la generosidad del mar sino a un trato que hice con una sirena. Me ofreció peces y mariscos a cambio del primer ser que me recibiera al regresar a mi hogar. Acepté el trato, pensando que sería nuestro perro, pero lamentablemente fuiste tú quien salió a mi encuentro”.

Miriam Gonzalez Gil

Cuando acabó el relato de mi padre, pude observar que una bella criatura marina nadaba hacia mí. El terror se apoderó de mi cuerpo y mi alma, y comencé a correr. 

Llegué hasta el río Chubut y seguí su curso atravesando pueblos, valles y mesetas. En el camino, encontré un puma, un guanaco y un choique que peleaban por una trucha. Al acercarme, me pidieron ayuda. Tomé el pescado en mis manos, lo partí en tres. Le di la cabeza al puma, la mitad delantera al guanaco y la otra mitad al choique. En agradecimiento, cada uno de los animales me regaló un don: el puma, su fortaleza; el guanaco, su vista y el choique, su velocidad. 

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Seguí mi camino hasta alcanzar la cordillera de los Andes. Atravesé un bosque de alerces guiado por el llanto de una mujer. Al llegar a la orilla de un lago, vi con la agudeza de la vista del guanaco a una joven en medio de una isla. Nadé hacia ella para auxiliarla. Al arribar, me suplicó que la salvara del gigante que la tenía secuestrada. Sin temor, fui hasta el escondite del gigante y con la fuerza del puma lo golpeé y con la velocidad del choique corrí a rescatar a la muchacha. 

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La joven era una princesa mapuche. Su belleza y bondad conquistaron mi corazón. Su padre, agradecido por mi acción, permitió nuestro casamiento. Vivimos muy felices en las montañas, pero un día la nostalgia por el mar y la familia me impulsó a retornar a mi antiguo hogar.

Cuando llegamos a la Bahía Engaño, mi esposa quedó fascinada por el mar. La tomé de la mano para caminar juntos sin recordar la promesa de mi padre. Al pisar el agua, inmediatamente emergió la sirena que me atrapó y empujó hacia la inmensidad marítima. El llanto de mi mujer, el mismo que había escuchado cuando llegué a la cordillera, conmovió a la criatura marina, que con piedad me devolvió a la playa. Mientras miraba el abrazo del reencuentro, la sirena exclamó: ”Podré tener tu cuerpo, pero tu alma siempre permanecerá junto a tu esposa. Por eso, prefiero dejarte ir”.

abrazo | Frases para Reflexionar

Damián y la sirena enamorada - Rosa

Un pobre pescador que vivía con su mujer y su hijo, Damián, iba todos los días a pescar puesto que era su forma de sobrevivir. Su mujer se ocupaba de la casa y su único hijo trataba de criar aves y conejos que casi siempre eran el alimento de los zorros.

El pescador no pudo pescar durante varios días lo cual lo sumió en una profunda pena. Al cuarto día emergió del  mar el rey Neptuno, con su  tridente en alto, y le propuso abundante pesca si su hijo se casaba con una de las sirenas llamada Nereida. Si aceptaba debía enviarlo al día siguiente para tratar con él.  Al llegar a su casa, el pescador contó el episodio a su familia y, a pesar de los ruegos de su esposa e hijo, el pescador aceptó el trato del dios de las aguas.

Al día siguiente el joven se acercó a la orilla y de las aguas emergió una bella joven que en realidad era la sirena. Al ver a Damián, se enamoró inmediatamente del muchacho, pero al querer asirlo de la mano, éste huyó. Nereida bajó entonces al reino submarino y quedó muy triste. El joven, mientras tanto, recorrió otras ciudades y tuvo muchas aventuras y trabajos para sobrevivir y juntar algo de dinero para sus padres, tratando de olvidar el bello rostro de la sirena que lo obsesionaba, procurando enamorarse de cuanta joven saliera con él.

Mientras tanto, en el fondo del mar, la sirena languidecía ante la impotencia de Neptuno y demás habitantes del fondo del mar.

Damián decidió regresar con abundante dinero y con la firme decisión de aceptar como esposa a Nereida, en su condición de sirena, y  a la que no había podido olvidar. A su vez, el rey de las aguas al ver que la hermosa sirena no mejoraba, acudió al mago de las profundidades para que convierta a la sirena en una mujer completa. 

En el instante en que Neptuno subió a la superficie con la muchacha, vio llegar, montado a caballo y con las alforjas llenas, a Damián. Ahí se confiesaron su amor y prometieron al dios de las aguas visitar la orilla y llamarlo con el bello canto de Nereida. 

El pescador engañado - Adriana V


 

La novia sobrenatural - Mirta

El pescador salía cada día con su bote y en compañía de su hijo. La pesca era su sustento ya que luego vendían en el mercado todo lo que sacaban. Cada vez que se adentraban en el mar, el joven percibía que alguien lo observaba desde el agua, aunque nunca podía ver a nadie.

Cierto atardecer en que el joven acomodaba la pesca en unos canastos, alguien se acercó por el agua hasta el bote y habló con el padre. Era una bellísima mujer aunque el padre la miraba horrorizado: su cuerpo terminaba en una cola de pescado, era una sirena. Esta le dijo 

—Día tras día veo como trabajan y en ese tiempo me he enamorado del muchacho. Quiero que la próxima semana lo traigas en el bote, te adentres en el mar para que me lo lleve. En gratitud siempre tendrás pesca, además te dejaré monedas de plata en la orilla y collares de perlas y corales.

A pesar de todo lo que le ofrecía él no quería entregar a su hijo. Esa noche lo discutió con su esposa y su hijo y éste le dijo que estaba enamorado de Diana, que vivía en el pueblo vecino. Por la mañana tomó su caballo y se fue a ver a su novia. Cuando llegó le contó lo que sucedía, la joven se entristeció, más le dijo que no se apenara, su tía era hábil para preparar hechizo y seguro le podría preparar uno, que lo liberaría de la sirena.

Así lo hicieron. Le dieron a tomar un brebaje que cuando quisiera, con solo pedirlo, podía cambiar de condición. Según lo acordado, el hombre se adentró en el mar y de un manotazo la sirena se llevó al joven.

Cada atardecer el joven le pedía a la sirena que le permitiera ver la orilla. Al principio la sirena lo sacaba atado a una cadena, hasta que pasados varios días, y viendo que el joven no demostrara querer huir, le quitó la cadena. Ese fue el momento esperado por el muchacho que gritó "ser águila" y voló alto, perdiéndose en el horizonte ante la mirada atónita de la sirena.

Días más tarde se casaron él y Diana y se fueron a vivir a las montañas, bien lejos del mar.

jueves, 27 de agosto de 2020

La novia sobrenatural

Estos cuentos desarrollan un tema que es conocido en la narrativa de Occidente. Tiene entre otros motivos:

A. La sirena promete, a un pobre pescador, abundante pesca o bolsas de plata en cambio de quien salga a recibirlo al llegar a su casa. El pescador lo promete pensando en que todos los días salía a recibirlo su perro, pero en esta oportunidad salió uno de sus hijos. En una variante, el padre promete su hijo a la sirena.


B. Llegado el término fijado el muchacho es llevado a la orilla del mar, pero huye de la sirena.


C. El joven corre aventuras, desencanta a una princesa y se casa con ella. Deben regresar a la casa de los reyes, pero el joven no puede acercarse al mar o laguna en donde habita la sirena. A pesar de las precauciones tomadas, la sirena lo rescata.


D. La esposa dolorida pide al joven, con gran insistencia, a la sirena. La sirena se apiada y va haciendo salir al joven poco a poco, hasta que éste puede huir y se reúne a su esposa.


Por sus motivos esenciales nuestro cuento pertenece al Tipo 400 de Aarne-Thompson.

Podemos encontrar tres versiones de este cuento haciendo click acá.

sábado, 22 de agosto de 2020

El zorro del Principito y el quirquincho - Mónica

Era muy de mañana. Las señoras salían con las canastas en la cabeza a vender sus pasteles. Cuando pasaban debajo de un puente, vieron como una madeja de lana tibia al costado del camino. Una de ellas se detuvo y la recogió suavemente. La depositó en la cesta, sabía que algo hermoso construiría con ese vellón.

Ese nido de lana era un quirquincho que, para saciar su hambre, había recurrido a esa treta: mientras caminaban, el quirquincho iba devorando los pasteles. Cuando pasaron debajo de un sauce, se colgó de una de las ramas y allí se quedó hasta que desaparecieron. Había logrado robar unos cuantos pasteles más.

Al bajar se encontró con un zorro que miraba extasiado los dulces. El zorro sabía que nunca las segundas versiones son buenas.Repetir la hazaña del quirquincho no tendría valor por tratarse de una réplica. Entonces, hizo lo que sabía hacer: le propuso lo que le había propuesto al Principito en su momento.

—Domesticame. Si lo haces, yo seré unico para ti y tu serás único para mí. Podríamos compartir alimentos y sentimientos.

El quirquincho lo miró y, mientras pasaba la lengua por el membrillo, lo abrazó y le dijo bajito en un oído: 

—Somos dos caras de una misma moneda.

El zorro y el quirquincho - Alicia

Pasaba el mes de agosto, frío, muy frío. El zorro se devanaba los sesos pensando que ya no habría  comida y vendría la hambruna. ¿A quien podría hacer caer en su trampa? El trabajo no era lo suyo.

Vio venir al quirquincho y lo saludó cordialmente:

—¿Qué tal, amigo, cómo se encuentra?

Al principio, el quirquincho, algo miedoso y de pocas palabras, se quedó paralizado. El zorro, entonces, empezó con su plática, tenía  labia, y el quirquincho escuchó la propuesta que le pareció extraordinaria. Presto atención. 

El zorro le ofreció que trabajará sus tierras e irían a medias con las cosechas. El quirquincho era muy laborioso e  hicieron un pacto. El zorro, alimaña, muy astuto y timador, siempre merodeaba tratando de sacar ventajas de otros animales. Nadie quería estar cerca de él porque era un bellaco, se jactaba de todas sus maldades, nadie quería tenerlo de amigo, todos huían de su presencia.

El  quirquincho pensó una y otra vez y, al fin, aceptó. El zorro, para cerrar el pacto, le dijo: 

—Lo que siembras arriba, será mío. Lo de abajo, para vos. 

El quirquincho pensó toda la noche. Al día siguiente, muy de madrugada, preparó la tierra y con mucho entusiasmo sembró  zanahorias. Al momento de la recolección, el zorro se quedó con las hojas y el quirquincho se hizo una panzada de zanahorias.

El zorro, entonces,  le dijo:

—En esta cosecha, lo de arriba, será tuyo y lo de abajo, mío. 

El quirquincho, que demostró ser muy sabio, plantó nabos: una vez más, salía ganador y el zorro no pudo decir ni "chis" porque  él  impartía las órdenes. 

En la  tercer siembra el zorro le dijo:

—Esta vez, yo me quedo con lo de abajo y vos con lo de arriba. 

Se dieron la mano y el quirquincho sembró  maíz. 

Moraleja: el zorro por primera vez recibió su propia medicina. Había sido burlado y fue el hazmerreír de todos. Jamás te sientas tan poderoso, aún si realmente lo eres.

El zorro y el quirquincho - Ana

Estaba el quirquincho tendido en el medio del camino. Siguiendo su plan, se haría el muerto, para que cuando la Jacinta llevara los deliciosos bollos al pueblo lo viera y, con suerte, lo cargara al carromato. Y así fue, la Jacinta apareció tarareando una alegre melodía, cuando vio al quirquincho tieso en el camino.

—¡¡¡Ah, pero que suerte la mía!!! He aquí el ingrediente especial que le faltaba a la cena.

Levantó al quirquincho y lo colocó en el carro justito, justito al lado de la cesta, que despedía un aroma embriagador. Y así el muy pícaro fue tirando bollos por el camino y cuando consideró que ya eran suficientes, se bajó del carromato, ayudándose con la rama de un árbol. U una vez en el suelo, juntó alegremente el fruto de su viaje.

El zorro, que andaba hambriento, vio lo que el quirquincho había hecho y pensó: “Esto es fácil, tengo que hacer lo mismo cuando pase El Braulio con los panes. Y así lo hizo. Se tiró en medio del camino durito como vara seca y apareció El Braulio 

—¡¡¡Pero mirá qué suerte la mía!!! ¡¡¡Un zorrito que está bien muertito!!! Seguro que no le va a molestar que le arranque la cola para usarla de bufanda en invierno. El pobre zorro abrió los ojos como platos y el hombre indignado le lanzó una patada que el simulador trató de esquivar como pudo, aunque no lo consiguió del todo y trastabillando se levantó y huyó despavorido al bosque.

Mientras todavía lamía las heridas de la cabeza, pero sobre todo las del orgullo, vio al quirquincho henchido a más no poder, terminando su banquete. 

—¿Qué tal, quirquincho? ¿Estaban ricos los bollos de la Jacinta? Vi lo que hiciste.

—¡Hola, zorrito! Estaban exquisitos, jajaja. Yo también vi lo que vos hiciste….

Entonces el zorro decidió hacerle la pregunta que lo atormentaba 

—¿Porqué a vos te creyeron y a mí no?

—¿Sabes, zorrito? A nadie se le ocurre que un quirquincho puede pensar en semejantes artimañas, fama que hemos ayudado a cultivar durante mucho, mucho tiempo. En cambio todos esperan esas artimañas de los zorritos, fama que también nosotros nos encargamos de cultivar durante mucho, mucho tiempo.

Y con esas palabras, el quirquincho se fue alejando, aunque las carcajadas seguían sonando. En cambio el zorrito se quedó ahí parado rascándose la cabeza mientras se preguntaba: "¿Qué me habrá querido decir?".

El zorro y el quirquincho - Cristina

El zorro detestaba trabajar. Cuando se encontró con el quirquincho le propuso dividir horarios para atender una empresa en común.  Le manifestó que él se encargaría del turno noche. Entonces, el quirquincho puso un teatro y el zorro tuvo que atenderlo diariamente. 

Enojado, le dijo que cambiaría de turno. Fue entonces cuando el quirquincho instaló una verdulería.  

Agotado, el zorro propuso que su turno sería al mediodía. Y el quirquincho abrió un restaurante en donde sólo se servían almuerzos.

El zorro y el quirquincho - Rosa

El zorro, astuto y ventajero, quería aprovecharse del quirquincho y de su mansedumbre y le ofreció hacer un negocio juntos: él pondría el terreno y el armadillo su trabajo. Éste aceptó y el zorro le dijo que de lo que sembrara, lo que estaba arriba de la tierra sería suyo y lo de abajo, del quirquincho. Éste, que no tenía una púa de tonto, sembró papas. 

Cuando fue la cosecha el zorro se quedó sin nada. Le propuso, entonces, que de la próxima cosecha lo de abajo sería suyo y lo de arriba del sembrador. Entonces, el quiquincho sembró trigo y el zorro fue nuevamente burlado. 

El quirquincho, que no era rencoroso, le dijo al mal llamado rey de la astucia:

—Tú eres astuto y ambicioso pero yo soy inteligente y negociador. Si siguieses de esta forma el negocio,  el que será rico con las cosechas seré siempre yo. 

El zorro, que de marrón se había puesto rojo de furia, lo interrogó:

—¿Y qué debería haber hecho yo, según tu inteligencia?

—Deberías haberme hecho trabajar, puesto que el terreno era tuyo, y luego repartir las ganancias conmigo sin haberte cansado con la tarea. Los dos nos hubiéramos beneficiado. Te doy un consejo: no seas soberbio y abuses de tu ingenio ni tampoco subestimes a tu oponente.


Fantasía y desilusión - Abelardo

La niña candorosa avanza con pequeños saltitos y el sendero que viborea entre piedras parece acolcharse al recibir el contacto de sus pies morenos calzados con ushutas, tejidas con delicadas fibras naturales. Ella transporta sobre su cabeza un cesto con pequeños y olorosos panes y con empanadillas que cocinó la noche anterior para vender en la feria de Sumalao.

Inesperadamente, tropieza con un zorrito simpático que le hace fiesta. De tal modo la confunde, que deja en el suelo su cesta cubierta con un limpio lienzo. 

Entretenida como está con el zorrito, no nota lo que sucede. El armadillo retira con premura todos los alimentos que puede.

Cuando dejó de jugar con el zorrillo, alza su cesto y descubre el despojo del que ha sido víctima. Pero zorrillo, armadillo y alimentos han desaparecido.

Dos ladrones con hambre - Mirta

Bajo el sol calcinante de Santiago, caminaban charlando los dos compadres, Don zorro y Don quirquincho. Era mediodía y no solo los agobiaba el calor sino que iban muertos de hambre y de sed. Caminaban distraídos hundiendo sus patas en la tierra floja y caliente.

—¿Qué fue ese ruido ? —dijo sobresaltado el quirquincho.

—Son mis tripas —dijo el  zorro— Hace mucho que no le echo nada a mi panza. Con el hambre que tengo me devoraría cualquier cosa que se me cruce por delante.

Al oír esto, el quirquincho tragó saliva y se imaginó entre los dientes del  zorro.

—¿Siente ese olorcito, compadre ? —preguntó Don zorro.

—Sí, compadre, parece que viene de aquel rancho. 

Se miraron y se entendieron sin hablar. Junto al rancho bajo el algarrobo estaba Dominga, que el día anterior había hecho dulce de algarroba y ahora lo estaba usando para armar las empanadillas que pensaba vender esa tarde en el pueblo, una vez que terminara de hornearlas.

—Usted, compadre, la distrae y yo agarro todas las empanadillas que pueda —dijo el  quirquincho.

Con paso cansino se acercó el zorro.

—¡¡¡Fuira, bicho!!! —fue el grito de la Dominga y le lanzó una alpargata. Él la esquivó y siguió caminando: no había grito ni ademán que lo asustara. La Dominga, entonces, tomó un palo, lo enarboló amenazante y salió a perseguirlo. 

Tan alterada estaba que olvidó lo que estaba haciendo y salió a correrlo por el campo. Ambos se alejaron, perseguido y perseguidora. En tanto, el quirquincho comienzó su tarea. Sobre un taco de árbol quedó la canasta con las empanadillas, el armadillo las tomó una a una y las escondió en  una vizcachera abandonada que había encontrado entre unos matorrales. Terminada su labor se sentó a esperar el retorno de su compadre mientras saboreba unas empanadillas.

El zorro y el quirquincho - Nora

A orillas del río Calchaquí, cerca del puente de ingreso a la ciudad de Cachi, Salta, un quirquincho saboreaba una rica empanada, cuando un zorro hambriento se acercó al animal en su desesperada búsqueda de comida.

El quirquincho, al ver peligrar su vida, le explicó al zorro cómo había adquirido el exquisito alimento:

Hoy es 18 de marzo, víspera de la fiesta de San José, patrono del pueblo. Las mujeres que viven en el campo cruzan el puente con los misachicos familiares, pequeñas imágenes de Santos y sus canastas llenas de empanadas y panes para vender en la plaza durante la Quema de los Cardones. Esta noche, me quedé quietito en medio del puente con los ojos cerrados. Una mujer me alzó y me colocó en la canasta llena de empanadas que llevaba sobre su cabeza. Creyó que estaba muerto y pensó que sería su cena. Aproveché la ocasión para tomar dos empanadas y cuando se acercó al árbol que se asoma por el costado del puente, enganché mi cola en una de sus ramas y así escapé de un trágico final.

El zorro, que se jactaba de su inteligencia, quiso demostrarle al quirquincho que él también tenía ingenio para adquirir su alimento. Por lo tanto, a la mañana siguiente, con el estruendo de la salva de bombas que daba  comienzo a la fiesta patronal, el zorro se acostó en medio del puente con los ojos cerrados. Una mujer que se dirigía al pueblo para participar de la misa en honor a San José, sacó de su canasto un palo y comenzó a golpear sin piedad al animal. Mientras decía:

—Bicho cruel, tenés que estar bien muerto para no dañar más  a nuestros animalitos.

El zorro se levantó y salió corriendo con el cuerpo y el orgullo heridos. 
 

El zorro y el quirquincho - Zita

Corría el año 2020. El invierno, acompañado por vientos y lloviznas, azotaba la pampa con su horizonte infinito. Los animales buscaban refugio y alimento que escaseaba. 

De pronto, se encontraron un zorro y un quirquincho. Eran amigos de esas tierras que de tanto en tanto se cruzaban entre pajonales y arroyos. Esa tarde fría, el zorro astuto, famélico y con barbijo sujetado a sus lánguidas orejas se cruzó con el tímido y huidizo quirquincho.

—Hole, amigue.¡Qué difícil este la vide, no consigue comide!

—Hole, zorro, yo tengue une estrategue: cuando pase alguien con comide yo me tire al pise.

Tal cual. De pronto, vieron venir a un campesino con su canasta llevando quesos, embutidos y panes. El quirquincho se hizo bolita y al no verlo el buen hombre tropezó y cayó al piso con toda su mercadería.

Salió el zorro de su escondite y atrapó todo lo que pudo perdiéndose entre los pastizales. Pero la comida se terminó pronto y ahora el quirquincho le dijo al zorro:

—Amigue, es tu turne para conseguir alimente.

Pasaron días hasta que vieron venir un camión. El zorro se acostó en el camino polvoriento pero el auto no lo vio y casi le pasa por encima. Éste salió aullando y lamiéndose las heridas.

Moraleja: cada uno debe pensar en su conducta, sus objetivos y cómo lograrlos. De nada sirve copiar los ajenos.

Gracias, zorro - Adriana V

GRACIAS, ZORRO

Una famélica mañana en que gruñía el hambre desde hacía tiempo,el quirquincho y el zorro intentaban amigarse bajo un algarrobo. Pero sólo era una treta para olvidar más rápido las penurias. Y aunque los unía la misma necesidad, en el fondo, se vigilaban con recelo. Recorrían el lugar con sus patas, ojos, oídos y hocicos intentando encontrar alguna cosa viva o muerta para llevar al buche. Pero nada.

De pronto, una voz angelical inundó el aire. ¡Las orejas de los animales se alzaron como mástiles! Y vieron de inmediato que un pequeño niño bicicleteaba un carrito con una canasta que destilaba perfumes de vainilla, azúcar y harina calentitas. Ahí nomás, el zorro urdió su mejor estrategia para embaucar al niño. 

Por supuesto, el quirquincho también pensó qué hacer. El zorro que lo miró de reojo y con malicia creyó que era momento de deshacerse de su factible competidor. Tomó carrera y de una fuerte patada, cual pelota de fútbol, alejó al quirquincho del lugar. Pero con tanta falta de cálculo que cayó justito en medio de la canasta de las tortitas. 

Sacudiéndose la cabeza y con dolor de trasero el quirquincho vio que le habían ahorrado el trabajo pesado. Y feliz se iba en el carro del niño masticando y saludando con sorna a su querido amigo el zorro.

Almuerzo frugal - Adriana V

ALMUERZO FRUGAL

Andaba un quirquincho paseando su armadura por la polvorienta siesta. Metía su hocico bajo las piedras y nada. En un tronco viejo y ni una hormiga. En un nido caído y ni un huevo. .El dolor del hambre se complicaba cada vez más, pero ni aún vencido dejaba de rascar todo lo que tropezaba con sus fuertes garras.

De pronto, ¡qué sorpresa! A algún desprevenido, se le había perdido por el camino un gran trozo de pan. ¡¡¡Era gi-gan-tee!!! El quirquincho, alegrado por la desgracia ajena, como pudo, y no sin gran esfuerzo, se lo cargó en la espalda comba y huyó a su cueva. No fuera a ser que el dueño volviera a buscarlo. 

Cortito el paso pero apresurado, de golpe sintió que algo lo aprisionaba, lo levantaba y lo metía en una galería oscura y caliente.

—¡Zas! Me cacharon in fraganti —dijo.

El quirquincho buscaba la salida, pero cada vez había más negrura y temperatura. Y se complicaba porque ahora también había un líquido ácido y viscoso y se sumaban ruidos muy extraños.

Un zorro muy zorro, que había encontrado un terrible cacho de pan, se lo engulló sin clavarle un diente. Y empezó a tener fuertes dolores de barriga. Algo no le había caído muy bien. Y cada vez era peor.

—¿Pero qué porquería me comí? Esto no se siente nada bien.

Y adentro todo se revolvía más y más.

—¿Dónde miércoles me metieron?¡Ey! ¡¡¡Socorro, ayudaaaa!!! —pedía el quirquincho.

—¿Y desde cuándo el pan habla? —pensaba el zorro muy zorro.

Con grave dolor estomacal y mucho esfuerzo, consiguió escupir el pan. Y debajo del mismo, patas arriba, venía pegado un quirquincho.

—Yo creí que eras amigo, zorro. Pero veo que el hambre bloquea tus buenos sentimientos.

—¡Perdoname, quirquin! No te vi, tan solo al pan que pasó por mi nariz y lo metí pa’adentro. ¡Perdoname, che!

—Tranquilo. Sin  rencores.  Ahora aprovechemos y compartamos la comida. ¡Estás invitado, amigo!

—¡Gracias! —dijo el zorro no tan zorro

Partieron el pan y se sentaron a merendar bajo el implacable sol de verano.

El quirquincho burlado - Adriana V

EL QUIRQUINCHO BURLADO

Una tarde sofocaa, la Juana sacaba'el horno'e barro el pan caliente y lo ponía en la mesa desvencijaa'el patio pa'enfriar en la polvarea...

Uno a'uno sacó sus tesoros del juego (fuego) y se jue pa'dentro'e la tapera a rifriscarse.

En eso, un zorro que perdía su tiempo rascándose las pulgas, olfateó el manjar.

Siguió su nariz hasta donde lo llevaba. Y den'repente, ¡¡¡lo encontró!!! ¡¡¡Pancito caliente pa'la tripa estridente!!! Saltó, se relamió y se tragó unos panes aún quemándose la trucha.

Un griiitaaazo de "¡¡¡Jueeeraaaa bichooooo'el demoniioooo!!!" lo asustó. Y ai'nomá la Juana le acertó la chancleta en la jeta.

Escondido bajo un yuyo, el bicho peludo se relamía y lavaba las patas.

Al rato, se le acercó el quirquincho. Pocos amigos eran. El carcajo enano y fiero saludó al zorro.

—¿Qué hacé, fierita?

El zorro'e mala entraña y burlón comentó, a propósito:

—Me chupo las migas del pan que le robé a la china esa.

—Uhhhh... ¡con el ruido a tripa vacía que tengo zorrito! ¡Hace días que no manduco naaa!

El zorro vio la oportunidad de burlarse y lo alentó:

—¿Y porqué no vas a comerte el pan vos también?

—¡Tené razón, compadre! Cuando sienta olorcito a pan caliente, me voy'pal patio y me lleno la panza.

Así fue. El quirquincho sintió el aroma y fue pal patio apurao.

Nadie había a la vista: hora de atacar. Quiso subir a la mesa, una patita y después la otrita. ¡Y resfaló! De nuevo: una pata y la otra. ¡Cayó! Repitió, osesionado el bicho: una pata y otra. Y cayó de espalda. Imposible trepar.

—¡¡Ahijuna, caraajooo!! —el quirquincho enojaoo.

Otra vez más y ¡¡tampoco!!

El zorro que lo observó de lejos se acercó pa reírsele en la cara y gritarle:

—¿Vos te creíste capaz de subir a la mesa? Ja ja ja, tarado. ¿No've que so'un bicho insinificante?

—Hay bichos malos por acá, pero como vos, ninguno, ¡¡¡zorro e'porquería!!! ¡Te parta un rayo mal yevao!

Y enojadísimo se fue más rápido de lo que llegó y con la panza vacía. Muerto de risa, el zorro, se fue feliz por el camino empolvao habiéndo embromao al pobre quirquincho.

                                                                               

La trampa de Guadalupe - Lidia

En un tranquilo pueblito llamado Quirimilí, el tiempo parecía interrumpido, había parado de llover, después de una noche muy calurosa.

Hasta allí había llegado un lobo solitario y andrajoso que dio vueltas y vueltas. Después de una larga caminata, se acostó al reparo de un árbol frondoso. Con sorpresa, detrás de una piedra, vio asomarse y caminar hacia él un bulto peludo, con patas anchas y andar pesado.

Se presentaron así, sin vueltas:

-          L: Soy un lobo muy astuto y cuando me enojo aúllo muy fuerte.

-          Q: Yo soy un quirquincho y sé protegerme con mi fuerte caparazón.

-          L: Alguien está preparando algo muy rico…

-          Q: Sí, es Guadalupe. Está cocinando deliciosos panecillos y jugosas empanadas.

-          L: Despiden olores y aromas muy muy abundantes, estoy con mucho hambre.

-          Q: Me pasa lo mismo, compadre.

Por su parte, la joven mujer, Guada, se había levantado muy temprano para amasar. Sacó del horno a leña lo elaborado y lo acomodó prolijamente en un canasto tapado con un coqueto mantel. Hacía tiempo que esperaba ese día, con mucha ilusión, porque en el pueblo se realizaba una feria y esperaba hacer buenas ventas con sus empandadas y panecillos.

Mientras se preparaba, coqueta, para partir, vio muy cerca de la canasta al lobo que se aproximó sigilosamente porque pensaba llenar su panza. Logró alejarlo con anchas rodajas de pan de campo. Sin embargo, sorprendida, vio que lo estaba esperando, para compartir el botín robado, el viejo y misterioso quirquincho, feo, muy  feo y muy peludo. Se acercó hacia ellos y con astucia les propuso hacer un juego junto al arroyo y, como premio, el ganador comería empanadas.

El lobo le dijo que quería refrescarse y luego participar. Así invitó a su compadre a hacerlo también. Mientras esto decía, una corriente lo fue empujando hacia la otra orilla. El peludo, acostumbrado a hacer cuevas en la tierra, desconocía estar en el agua, aunque con tal de comer, esperó. Pero se enredó en una piedra y después en otra, hasta que la corriente lo arrastró… Guadalupe los perdió de vista…

Y colorín, colorado, este cuento se ha terminado, con los ladrones, en otro lado.

viernes, 21 de agosto de 2020

El zorro y el quirquincho

El cuento argentino que llamamos El robo de pan es recreación de un motivo de la cuentística universal -Tipo 1 de Aarne-Thompson-, El robo de pescado-. Sus acentuadas características del ambiente regional demuestran que su asimilación por nuestro pueblo es antigua, seguramente de la época de la conquista y la colonización española. Nuestras 14 versiones recogidas en las provincias del noroeste, las más conservadoras del país, mantienen una gran unidad de estructura y de contenido. Son sus motivos:

A. El quirquincho o peludo se hace el muerto para robar pan, empanadas, rosquetes o maíz tostado a las mujeres que pasan por un camino, quienes lo levantan y lo colocan en la batea o el cesto en los cuales llevan estos alimentos.

B. El zorro lo imita, es apaleado y huye (en tres versiones es muerto: 6, 8 y 14).

Los personajes de nuestro cuento son siempre el quirquincho y el zorro.

Encontramos esta misma estructura de cuento independiente en el elaborado por Juan Carlos Dávalos, «El zorro y el quirquincho ladrón de empanadas» (Los casos del zorro, páginas 63-67) y el reproducido por Susana Chertudi, «El quirquincho y el zorro» (Cuentos, I, páginas 50-52, encuesta, legajo 49); el primero de Salta y el segundo de Tucumán. Fuera de estas dos versiones no se han publicado otras en el país.

Nuestro cuento, en las versiones de otros países, se encuentra en combinaciones diversas con otros cuentos de animales. Sólo en una de las nuestras, la de La Rioja, encontramos como final el motivo de la zorra que, refugiada en una cueva, intenta sacar la cola sucia y es atrapada por los perros que esperan su salida.

El motivo del zorro que se finge muerto para robar pescado y que invita al lobo a hacer lo mismo, tuvo gran popularidad en la Edad Media europea. Lo elaboró el Roman de Renard en el «Renard y las anguilas» (Branche III). La intención de nuestro cuento no es la más general, la del animal inteligente que burla al más fuerte, es la del humilde que está en su papel, el quirquincho, y burla al listo, el zorro, que cree que todo lo puede.

Nuestro cuento o uno de sus motivos figura en las versiones españolas de: Espinosa, 202-203, 207, 223; Curiel Merchán, 49-50 y 241-242; Espinosa, Castilla, 257-259. En ellas los personajes son el zorro y el lobo. Hay versiones españolas de Centroamérica. Se han documentado versiones entre los indios de Norteamérica y en África.

Su área de difusión geográfica en nuestro país comprende: Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y zonas de provincias vecinas.




Podemos encontrar diferentes versiones de este cuento haciendo click acá.

viernes, 14 de agosto de 2020

Cuentos y leyendas populares de la Argentina

A continuación, y para introducirnos en algunos cuentos y leyendas populares de la Argentina, incluyo algunos fragmentos de la "Introducción" a la obra compilatoria de Berta Elena Vidal de Battini: Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Sus palabras nos permitirán un primer acercamiento a estos géneros que son extensísimos.

El cuento popular de la Argentina conserva, recrea y enriquece la herencia del cuento popular español y revive la tradición oral occidental, que asimiló elementos milenarios de la tradición oriental pero adquirió características propias que la singularizan.

Este corpus de narraciones tradicionales es el aporte argentino a la ciencia universal del cuento popular.


Introducción


1. La riqueza de nuestros cuentos y leyendas populares se desconoce en su integridad en el mundo científico. Sólo parcialmente se ha dado en trabajos de investigadores y en elaboraciones literarias. Este conocimiento ha sido documentado en el conjunto representativo de la narrativa popular de todo el extenso y variado territorio de la Argentina, que aquí presentamos. Para servir a esta noble empresa, inicié, hace más de treinta años, mi investigación de campo. En numerosas y diversas etapas exploré todas las regiones del país y sus comarcas. Los materiales recogidos componen este corpus de más de tres mil versiones y variantes de la narrativa popular. He tratado, en forma permanente, de que la recopilación fuera lo más completa posible en su temática y en sus características esenciales. Es panorámica, pero me he empeñado en alcanzar su hondura regional y comarcana cuando las circunstancias me lo han permitido. No es exhaustiva. No podría serlo en un país como el nuestro, en donde todavía el cuento popular vive en la tradición oral y cumple su milenaria función social. El cuento, como toda expresión folklórica, es tradición e innovación, y el proceso se cumple invariablemente en el nuestro. Uso el término cuento en forma genérica para nombrar todas las especies narrativas.

Reúno en esta obra los relatos recogidos de la fuente popular de todo el país. Revelan ellos un entrañable tesoro nacional que ofrece valiosos elementos para diversos estudios científicos, para múltiples aplicaciones en la enseñanza, para la elaboración literaria y artística en general y para la lectura común, siempre apasionante.

La recolección ha sido oportuna. El gran caudal de relatos ya disminuido, seguirá, sin duda, el proceso del fenómeno universal observado en los países intensamente industrializados, en donde el cuento popular ha desaparecido. En el período de realización de este trabajo he comprobado que la memoria del pueblo ha perdido, y pierde día a día, buena parte de este bien cultural en las grandes zonas abiertas al progreso moderno.

2. La investigación de campo. Documentación de materiales. Llevé a cabo la recolección de estos cuentos en todo nuestro territorio al mismo tiempo que la de otras expresiones folklóricas y paralelamente a la investigación del habla regional. El conocimiento de la cultura integral del pueblo me ha permitido comprender el contenido de muchas narraciones y especialmente sus referencias a palabras y cosas de la región, a usos y costumbres, y a la manera de ser y de vivir de sus comarcanos.

Los cuentos han sido transcriptos lo más fielmente posible en el habla del narrador, y en buena parte grabados en cinta magnetofónica. Usé, con toda frecuencia, el procedimiento que aconseja la narración previa a la documentación definitiva. Permite la identificación del relato y facilita su reconstrucción a los narradores que van perdiendo el hábito de narrar. Muchas veces impulsa la colaboración de los oyentes y ayuda a descubrir nuevos narradores.

Documenté todas las versiones y variantes del cuento popular que me fueron narradas, sin reparar en su estructura o extensión. Las repeticiones de los motivos son pruebas de la hondura tradicional y de la difusión geográfica de la temática cuentística. Recogí hasta los elementos sueltos, las noticias de cuentos olvidados y de narradores desaparecidos.

El primer paso ha sido siempre la verificación de lo auténticamente folklórico, considerado en la variedad de formas y desarrollos que encontramos en la tradición oral. El investigador cuenta en la actualidad con recursos sistematizados de la investigación internacional que lo ayudan en todo momento. Le son muy útiles cuando comienza a descubrir la realidad folklórica de su país y llega al conocimiento pleno que le es indispensable, ya que la tradición regional es a la vez universal en su esencia.

     La investigación lingüística y folklórica que llevé a cabo en mi provincia natal1 me dio la experiencia del trabajo de campo, y me sirvió de base para el de todo el país. Mi conocimiento de la narrativa folklórica se inició en los primeros años de mi infancia con los cuentos populares que oía con frecuencia a mis comprovincianos campesinos y a la gente de mi casa. La lectura de la Encuesta del Magisterio de 19212 y la de algunos otros envíos de maestros del interior del país al Consejo Nacional me ampliaron el ámbito temático y me permitieron redactar cuestionarios para mis interrogatorios en el terreno. En la investigación de campo encontré nuevos materiales y muy valiosos que no pueden ser advertidos, como es de suponer, por un observador común. En las distintas regiones del país recogí cuentos, aunque en forma muy desigual: abundantes en las regiones de antigua colonización, y sobre todo en las más conservadoras; escasos, en diversos grados, en las de nueva colonización. De estas últimas, están mejor dotadas las que tienen la vecindad de las regiones más tradicionales. Está en este caso Neuquén, en comparación con las otras provincias de la Patagonia.

He tratado de no dejar lagunas en mi exploración, venciendo las múltiples dificultades propias de las regiones de clima riguroso y de naturaleza bravía, generalmente de escasa población. El cumplimiento de este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda que, de una manera o de otra, me prestaron las autoridades nacionales y provinciales. Me facilitaron medios de transportes para llegar a los lugares más lejanos y de difícil acceso. Y los he usado a todos, desde los más modernos hasta los más primitivos; entre ellos, el caballo y la mula para los lugares de malos caminos y para escalar montañas. He hecho también recorridos a pie, como lo hacen los investigadores europeos, pero en nuestro país son muy grandes las distancias a recorrer y contamos con caballería adiestrada para los lugares fragosos, que nos evita ese esfuerzo. El Consejo Nacional de Educación determinó que los maestros primarios me apoyaran con su colaboración en todo el territorio. La escuela primaria en la Argentina está ampliamente difundida y sus maestros fueron mis mejores colaboradores, insustituibles en los parajes inhóspitos. Ellos hicieron posible mi permanencia en esos lugares y mi entendimiento inmediato con los pobladores dispersos.

Realicé más de 150 viajes de exploración, sostenidos, en la primera etapa, por el Consejo Nacional de Educación y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; en la segunda etapa, financiados por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

En nuestra geografía tan diversa, todas las provincias tienen zonas de exploración difícil, pero la Puna al noroeste, la Patagonia al sur, y la selva al nordeste, ofrecen las mayores dificultades para el trabajo de campo. La Puna, la desolada altiplanicie de los Andes, que por su altura y su clima es casi inhabitable para el hombre blanco, está poblada por pastores indígenas dispersos, a los que damos el nombre general de collas. Los collas, que desde los días de la Conquista fueron catequizados y aculturados con influencia hispánica del Perú, conservan un buen número de cuentos españoles y algunas narraciones indígenas. La Puna ocupa el noroeste de Jujuy, el oeste de Salta y el noroeste de Catamarca; la cultura colla rebasa la Quebrada de Humahuaca, los Valles Calchaquíes y la alta montaña de Tucumán. La Patagonia, extensa meseta de clima crudo, de colonización reciente, de escasa población compuesta en su mayoría por extranjeros, ofrece, en general, un mínimo aporte a nuestra narrativa folklórica, pero este aporte se enriquece en Neuquén y mantiene un relativo caudal en Río Negro. La población criolla que se estableció en estas provincias y en general en los valles de la Cordillera desde principios de nuestro siglo, después de la Campaña del Desierto, llevó, con la tradición oral de las regiones de donde procedía, cuentos populares que aún se conservan. A éstos hay que agregar los transmitidos por familias chilenas que se asentaron en estas zonas ganaderas por esta misma época. Los indígenas muy aculturados han asimilado nuestro cuento en alguna medida; tehuelches y araucanos figuran entre mis narradores. La región de la selva del nordeste presenta las dificultades del medio y del clima; su folklore, de características particulares, ha sido poco explorado; es bilingüe, guaraní-español. Fue asiento de las muy importantes misiones jesuíticas; posee zonas de muy antigua y de reciente colonización.

En etapas diversas y repetidas y en las épocas más propicias del año, trabajé en las diversas regiones argentinas. Me empeñé en vencer las dificultades propias de cada una y pude recoger los cuentos, pocos o muchos, que conserva la tradición oral. En el mapa que se agrega a este tomo se han marcado, en gran parte, los lugares en los cuales se documentaron.

En esta compleja tarea de recolección no me faltaron pérdidas de informantes excelentes, hecho que deploro por el valor que ocasionalmente se me fue de las manos. Tengo presente las conmovedoras palabras de don Ramón Menéndez Pidal, el gran investigador, que en la última época de su vida, al hablar de la investigación de campo y sus problemas, me decía: «Todavía lamento no haber podido anotar los cuentos de una buena narradora, una vieja de Asturias, cuando yo era joven y exploraba esa región». Don Ramón recorrió a lomo de mula estas regiones de España.

Una condición indispensable para el mejor éxito de la investigación es ganarse la adhesión y la confianza de los campesinos y la gente del pueblo. Mi amistad con todos ha sido siempre inmediata y cordial, pues, me favorece la larga experiencia, el conocimiento de la psicología de los lugareños de cada comarca, y la simpatía humana que siento por ellos. Quienes conocen el sacrificio del investigador en su trabajo de campo, exaltan su paciencia perseverante, su dura acomodación a las peores circunstancias del tiempo, del ambiente, de la vida precaria; hay que agregar el valor con el que debe enfrentar los peligros de muy diversa índole que se le presentan, en los que a veces se juega la vida. La vocación y el goce íntimo de realizarla dan la firmeza con la que todo se vence. Es una prueba de amor.

3. Los narradores. En nuestro país no existe el narrador profesional, sí el buen narrador y el narrador de fama, particularmente en regiones del interior del país y en lugares alejados. Son frecuentes los narradores comunes que saben algunos cuentos y que los narran con gusto. Sus aptitudes son diversas, pero en conjunto conservan y transmiten la herencia narrativa de la comarca o la región. Generalmente se especializan en uno o dos cuentos de sus preferencias o que oyeron con mayor frecuencia.

Hay una vocación de narrador. A la vocación van unidas siempre aptitudes especiales. Los narradores bien dotados, de excelente memoria, de habilidad evocativa, de rico dominio expresivo, suelen ser tanto hombres como mujeres, generalmente de más de 50 años. Con poca diferencia, más mujeres que hombres. Los viejos tienen fama de ser narradores de gran sabiduría. Yo he encontrado algunos de ellos que hasta los 80 y los 90 años relataban con toda lucidez, pero lo común es que a esa edad pierdan la memoria y se fatiguen fácilmente. Se encuentran también excelentes narradores jóvenes, y como casos excepcionales, algunos niños. Todavía existe el gran narrador de otros tiempos, admirable guardador y recreador del cuento popular, y un artista en el arte de narrar. Puede dejar, en alguna medida, herederos, pero lo cierto es que cuando muere se lleva gran parte del tesoro acumulado. Así lo afirma la gente y lo comprueba a menudo el investigador. Yo he tenido la suerte de recoger cuentos de muchos de ellos en momento oportuno, pero también el pesar de no alcanzar a otros que ya habían muerto cuando llegaba al lugar en donde habían vivido, y perduraban en su fama.

Los narradores que me contaron estos cuentos, en parte eran hombres del pueblo, generalmente de poblaciones rurales, pero en su gran mayoría campesinos. En número reducido eran analfabetos o semianalfabetos. Entre todos ellos existían diferencias a veces muy sensibles de inteligencia y de cultura. Las diferencias culturales estaban estrechamente unidas al medio y a la región. También entre mis narradores figuran lugareños semicultos y cultos, personas de algún predicamento en el medio rural o comarcano, servidores del estado de distintas jerarquías y un buen número de maestros, maestros con vocación de narradores, que aprendieron los cuentos en la infancia o en los lugares en donde viven o enseñan. Este hecho afirma la vitalidad de nuestro cuento popular.

El narrador, a quien en los últimos tiempos se ha dado gran importancia para la valoración del cuento popular, figura al pie de los relatos con sus datos personales, y con el agregado de algunas otras referencias, en la primera versión que se da. Con frecuencia dejo constancia de la calidad de cada narrador. De algunos doy sus fotografías en el ambiente en donde viven y me narraron sus cuentos.

Como un ensayo, que en el futuro ampliaré, he tomado algunos cuentos populares a inmigrantes europeos. Los cuentos fueron narrados en el español que ellos aprendieron en la Argentina, cuando se trataba de inmigrantes de lengua no española.

4. Función del cuento popular. El cuento se narra ante todo a los niños, en cualquier circunstancia y momento, pero particularmente cuando van a dormir. El niño siente natural inclinación por el cuento popular. Las razones de su intuitiva preferencia se justifican ampliamente. El cuento popular ha sufrido la prueba de fuego en la transmisión oral. Al rodar en el tiempo, a través de los pueblos del mundo, ha logrado una hondura humana compleja y sabia que va desde la gracia que entretiene o hace reír, y el ejemplo que alecciona, hasta el dramatismo que conmueve profundamente, pero que termina siempre con el triunfo del débil, del perseguido, del justo, del bueno. Simboliza el sueño de la vida del hombre. Su trama, su desarrollo, la graduación de sus acontecimientos, responden a una estética primaria, pero cargada de emotividad y de belleza. El cuento que gusta al niño, gusta también a todos.

El cuento popular se narra siempre en un lenguaje vivo, directo, evocativo, de una simplicidad encantadora y transparente, de la más fácil comprensión. Este estilo peculiar del cuento difícilmente se alcanza en las elaboraciones artísticas comunes; excepcionalmente lo logran los escritores que por vocación se dedican a la difícil literatura infantil. El cuento popular ha nacido de la narración oral y por ella se transmite y enriquece. A los ya consagrados derechos del niño debe agregarse otro: el derecho a oír narrar los cuentos populares de su país, que lo unen entrañablemente a su tierra y lo hermanan espiritualmente con los niños del mundo. La escuela argentina lo ha incorporado a su enseñanza.

En las clases cultas se selecciona el repertorio cuentístico del niño. En las clases populares y particularmente en las campesinas, el niño oye, con excepción de los muy obscenos, los cuentos destinados a los adultos y en las mismas oportunidades.

Los padres y los abuelos, y en primer lugar la madre y la abuela, y en determinadas familias las niñeras y sirvientas (nodrizas y criadas) son los primeros narradores de cuentos a los niños pequeños.

En los pueblos, y en los campos de las regiones más conservadoras del país, el cuento popular sigue desempeñando su antigua función social en la vida de la familia y de la comunidad. Se narran cuentos en la rueda familiar, a la que suelen agregarse algunos vecinos o amigos, generalmente en momentos o días de descanso, mientras circula el mate u otra bebida. Al aire libre, en el buen tiempo, alrededor del fogón en el invierno o en el tiempo crudo, al atardecer o a la siesta, pero con mayor frecuencia a la noche. Hay lugares en los que se dice que es de mal signo contar cuentos de día.

Se narran cuentos en reuniones de vecinos convocados para realizar algún trabajo en común o de ayuda mutua, como son las mingas, durante la noche, y mientras se realiza la tarea de hilar, tejer o desgranar maíz. Es el velorio de los pueblos de España. Se narran cuentos en rueda de trabajadores, en el descanso de tareas especiales que los agrupan y los alejan de la familia, como las de la siega y trilla, las de la esquila, las de cosechas diversas, las de explotación de bosques, las del laboreo de las minas, o durante las paradas de los arreos de ganados. Se narran cuentos en los velatorios, y es ésta la costumbre más generalizada en el país. Pino Saavedra nos dice que en Chile son también los velatorios y los mingacos (nuestras mingas), las reuniones de vecinos en las que con mayor frecuencia se narran cuentos.

En las sesiones de cuentos se pide siempre al narrador más reputado que inicie el relato. En las largas veladas se trata de que la mayor parte de los concurrentes tome parte y para ello se forme la cadena de narradores. El que termina un cuento, dice una de las numerosas fórmulas tradicionales que sirven como eslabones en la cadena de la colaboración y la competencia:

Y pasó por un camino y volvió por otro,
para que Fulano cuente otro (se da el nombre).

Este auditorio, muy activo, tiene características especiales en cada región. Interroga, anima, colabora y es una especie de juez del narrador. El buen narrador, aunque en su estilo personal puede agregar detalles que perfeccionen el relato, se mantiene fiel al espíritu de su contenido tradicional. El auditorio interviene con frecuencia en algunas escenas hasta llegar a una cierta teatralización. Cuando la emoción o el interés son intensos, las exclamaciones matizan y recalcan la palabra del narrador agregando rasgos, motivos olvidados o simples comentarios. Cuando se trata de narraciones jocosas, las manifestaciones de alegría son unánimes y explosivas.

Excepcionalmente un investigador no familiarizado con el medio y sus gentes puede observar estas escenas. La participación activa del auditorio en el transcurso de la narración es común a otros pueblos. Lo han observado y documentado folkloristas rusos, por ejemplo. En nuestras provincias del noroeste se llama caso al cuento, designación con la que se la da sentido de realidad a la ficción; en el resto del país, caso es sinónimo de sucedido.

El progreso del país, que ha llegado con sus caminos hasta los más lejanos parajes, el uso increíblemente generalizado de la radiodifusión en aparatos de pila, la mecanización del trabajo, las necesidades económicas de la familia campesina, entre otras causas, influyen desde hace muchos años en el olvido de estas costumbres patriarcales, y con ello, la paulatina pérdida de los cuentos antiguos y el arte de narrar. Es, sin duda, un fenómeno universal. Por ello los hombres de ciencia con vehemente insistencia reclaman la recolección de los cuentos populares de cada país, que todavía tiene la suerte de conservarlos.

5. El lenguaje de los cuentos. El lenguaje de los cuentos es una expresión de la inteligencia y de la cultura del narrador y revela características del habla comarcana, regional y nacional. Tiene toda la movilidad del lenguaje oral, propio de la narración de viva voz.

Estos cuentos han sido transcriptos cuidadosamente, pero he usado siempre los signos del alfabeto ordinario, norma general seguida en todas las recopilaciones de cuentos. Sólo en casos muy especiales he usado algunos signos fonéticos, a fin de no cambiar demasiado la ortografía corriente y facilitar la lectura de los textos del habla rústica. Estos textos ofrecen testimonios para la observación de algunos aspectos de la fonética y de la fonología, de la morfología, la sintaxis y el léxico, y para estudios estilísticos.

En los cuentos se encontrarán ejemplos frecuentes de vacilaciones propias del habla de los rústicos y también de los semicultos, fenómeno lingüístico conocido, pero que suele ser objeto de críticas de los no especializados que las atribuyen a correcciones o a descuidos en las transcripciones. Una misma palabra puede ser pronunciada de distintas maneras en un mismo texto y hasta en un mismo párrafo, pero no es lo general. He dejado constancia de los casos de caída de vocales y de consonantes, de contracciones, de cambios, trueques y préstamos.

He dado particular importancia al léxico. Al pie de página, y en forma somera, se consigna el significado de los términos que contribuyen a la mejor comprensión del texto. Entre ellos ocupan el primer lugar los que expresan particularidades del habla local o regional. En forma general se determinan arcaísmos e indigenismos, así como también voces de nueva formación y préstamos de lenguas extranjeras.

En el lenguaje de los cuentos se conservan antiguas fórmulas tradicionales para iniciar y terminar el relato que, con pocas variantes regionales, son comunes al ámbito hispanoamericano.

En narraciones tomadas a indígenas se ha documentado el español que han asimilado y el que hablan sus hijos que, con pocas excepciones, han ido a la escuela.

Los cuentos, que exponen la lengua del narrador con la mayor fidelidad posible son, sin duda, elementos valiosos para los estudios lingüísticos; pero es necesario tener en cuenta que no siempre los narradores tienen las condiciones de los llamados hablantes típicos de la comarca o la región.

En la transcripción de los cuentos nos atenemos a las siguientes normas:

1.º En la Argentina es general el seseo americano, pero en la escritura mantenemos la ortografía académica. La s tiene variantes muy diversas en el país: se aspira la s final de palabra o de sílaba en grandes zonas del Noroeste, Centro, Cuyo y Litoral, pero se pronuncia con intensidad silbante en Santiago del Estero, la Puna y zonas del Noroeste; no consignamos esta pronunciación; sólo lo hacemos en el caso de la s aspirada de palabras que comienzan con des-, del Noroeste, por ser muy llamativa (dehayunodehensillar). La s final de palabra o de sílaba que cae no se escribe; se observa en toda la región del Nordeste o Guaranítica y en las clases populares del Litoral.

2.º Se mantiene la estructura académica de lly, sin determinar el yeísmo primario de todo el interior del país y el yeísmo rehilado rioplatense y de todo el Sur, así como la diferenciación de lly, de zonas del Noroeste y de la Puna.

3.º La d final de palabra se mantiene, en general, en el habla del país; no se escribe cuando cae; se consignan los casos de trueque d > r (salurfelicidar) de zonas del Noroeste.

4.º Se consignan los cambios de vocales; también el cerramiento que se observa entre los rústicos (-ado > au) y el muy llamativo de los collas (e > io > u).

5.º Marqué el acento ortográfico para llamar la atención de algunos cambios, en un principio, pero sólo dejé, al final, los indispensables; ahí, que generalmente se escribe ai en el español rústico, lo escribo áhi.

 6.º Otros casos de cambios o trueques se han consignado al pie de página, oportunamente. Estudios de mayor categoría, basados en el texto de los cuentos, imponen su lugar y su tiempo.

Mi propósito ha sido, en general, no deformar demasiado la imagen de las palabras a fin de facilitar la lectura y comprensión de los cuentos.

6. El estudio del cuento. La narración nació con el dominio de la lengua como una expresión de cultura. Cuanto se narraba era considerado cuento en los pueblos de naciente desarrollo. Todavía los antropólogos descubren al cuento primitivo en las comunidades indígenas que viven estancadas en su aislamiento, en lugares casi inexplorados. En pueblos muy antiguos, pero evolucionados, aparece el cuento popular tal como lo concebimos en la actualidad. Es la primera manifestación artística del hombre y el origen de toda narración en prosa. En una época se dijo que la poesía se desarrolló en Grecia con anterioridad a la prosa. Se vieron como prueba los documentos escritos de los primeros siglos de la cultura griega, pero como dice Wolf Aly, en su importante obra sobre Heródoto, «es de suponer que la madre griega no habrá hablado nunca a sus hijos en verso, ni tampoco el hombre a sus conciudadanos»4. Es indudable que el cuento es, desde sus orígenes, una creación en prosa. Explicación especial tienen las especies poéticas, como la fábula esópica de la antigüedad y las branches del Roman de Renard de la Edad Media. La poesía, forma fija, ayuda a retener y a repetir el texto, y en ella se apoyaron rapsodas, troveros y juglares en su oficio de recitadores. En lo que atañe al estudio del cuento, interesa fundamentalmente la forma interior.

Los cuentos populares y sus especies similares tienen, con pocas excepciones, un pasado remoto, difícil de determinar, y se deben al aporte de numerosos y diversos pueblos. El mundo entero ha contribuido a la formación del tesoro inmenso de cuentos tradicionales, anónimos, que poseemos, cuyos motivos han llegado al folklore moderno y que en gran número se conservan en los cuentos argentinos. Muchos de estos motivos tienen su origen en mitos y ritos de gran antigüedad.

Se ha señalado a la India como la cuna del cuento popular porque su literatura, escrita con fines artísticos, religiosos o morales, nos ha dejado colecciones de cuentos de valor extraordinario y de gran antigüedad, como el Panchatantra, el Mahabharata, el Calila y Dimna, que reproduce materiales de las dos anteriores, y la de los cuentos morales llamados Jatakas del budismo.

Es indudable el interés apasionado de este pueblo por el cuento y su capacidad creadora que lo enriqueció. Pero la India recibió parte de estos bienes de otros pueblos, seguramente de Egipto, de Palestina, de Persia, de Arabia, de Grecia. El eterno aporte de la transmisión oral, que pocas veces podemos documentar, fue, desde los tiempos más lejanos, increíblemente activo. Por otro lado, se han documentado cuentos escritos anteriores a los indios. El cuento egipcio de los dos hermanos se tiene por el más antiguo de los conocidos. Se conserva en el papiro D'Orbiney del Museo Británico. Fue escrito para el hijo del Faraón por el escriba Ennana, hacia fines de la dinastía XIX (1220 antes de J. C.) y ha sido varias veces traducido. Los motivos de este cuento como los de El tesoro de Ramsinito que recogió Heródoto, y los de El príncipe predestinado, del antiguo Egipto, entre otros, tienen difusión universal y se encuentran en el folklore moderno.

Hasta la iniciación de los estudios científicos del folklore, en el siglo pasado, la literatura fue la que documentó el cuento popular, y es importante, a veces insustituible, fuente de investigación.

España transmitió a Europa un gran caudal de cuentos orientales en obras traducidas al latín o al español antiguo, y de su tradición oral. En el siglo XII aparece la Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso. En el siglo XIII Alfonso el Sabio hace traducir del árabe al castellano el Calila y Dimna; también del árabe procede el Libro de los Engaños o Sendebar. En el siglo XIV don Juan Manuel escribe su Conde Lucanor, una colección de cuentos morales que continúa la tradición de la Disciplina Clericalis y el  Sendebar. En el siglo XV se traduce el Esopo; en el siglo XVI la obra de Bocaccio, entre otras.

Obras de la Edad Media como el Roman de Renard de los siglos XII-XIII y los fabliaux franceses, aparte de otras latinas, son verdaderas colecciones elaboradas de cuentos populares de la tradición occidental, cuyos motivos perduran en el folklore moderno.

Ninguna colección de cuentos orientales tuvo la difusión que alcanzó la de Las mil y una noches. A principios del siglo XVIII la tradujo del árabe al francés Antonio Galland en un extracto decantado, que podían leer hasta los niños y que fue traducido a todos los idiomas (1704-1717). Un siglo después, los orientalistas ingleses John Payne y Richard Burton llevaron a cabo traducciones copiosas de 13 y 16 volúmenes. También en el siglo XIX se conoció la traducción del médico orientalista Joseph Charles Mardrus, árabe de nacimiento y francés de nacionalidad. La obra fue completada con valiosos documentos y cuentos de la tradición oral de Oriente que Mardrus adquirió y recogió en numerosos viajes por Egipto, Asia Menor, Persia, Indostán. Vicente Blasco Ibáñez la tradujo al español con el título de Mil noches y una noche.

Tenemos importantes trabajos de investigación sobre el cuento en la literatura, además de las frecuentes menciones de investigadores del folklore. Gédéon Huet7, discípulo de Gastón Paris y de Paul Meyer, le dedicó un capítulo especial, Los cuentos populares y la literatura, en su obra póstuma sobre el cuento. Nuestra eminente compatriota María Rosa Lida de Malkiel, lo trató en su primer libro de investigación, El cuento popular hispano-americano y la literatura, con gran erudición.

Es un hecho científicamente demostrado que las obras literarias han tenido escasa influencia en la transmisión directa del cuento popular, pero la han tenido por intermedio de clérigos, juglares y otros narradores. La gran propulsora ha sido siempre la tradición oral, multiforme y sorprendente caudal de difusión. La tradición oral occidental de la Edad Media era particularmente rica y había asimilado elementos tradicionales de Oriente. Seguramente estos elementos vinieron en cierta medida con los pueblos primitivos que procedían de aquella parte del mundo y se establecieron en Europa, y con los traficantes, marineros y soldados que llegaron en busca de aventuras. También fueron traídos por los árabes y judíos de España. Hay que pensar en que algunos grupos humanos autóctonos tenían sus tradiciones, y por último, en el poder creador de los pueblos que llegaban a un grado avanzado de cultura. El Oriente recibió sin duda también un aporte popular y literario de Occidente, particularmente de Grecia, como el de la fábula esópica, llevado por los soldados de Alejandro, por mercaderes, aventureros y cruzados. Al estudiar el origen y la formación de los cuentos podemos hablar de una tradición de Oriente y de una tradición de Occidente, con sus características, sus conexiones y sus elementos comunes que son generalmente universales.

La investigación organizada del cuento se realizó en los tiempos modernos. La primera recolección de cuentos populares y leyendas recogidos de la tradición oral, con intención científica, como sabemos, es la de los hermanos Jacobo y Guillermo Grimm. Fue el resultado de la exploración de regiones alemanas y se publicó en dos tomos entre 1812 y 1814. Los famosos cuentos de Carlos Perrault, tomados de boca del pueblo, publicados en 1697, son un punto de partida para el trabajo científico. La comparación de estos cuentos con los de otros países y con los cuentos antiguos, despertó gran interés e impulsó la investigación.

En la segunda mitad del siglo XIX, constituida ya la ciencia del folklore, se recogieron cuentos populares no sólo de toda Europa sino de todo el mundo. Viajeros, etnógrafos, misioneros, recolectaron cuentos de pueblos civilizados y semicivilizados de Asia y de la India moderna, de África, de América y de Oceanía; un enorme material en diversas lenguas y dialectos, cuyo estudio presentó dificultades, pero cambió el concepto de cuento que tenían hasta esa época los estudiosos de Europa.

En toda Europa, con algunas diferencias, los estudios del folklore -el nombre aparece en 1846- se intensifican y organizan. El impulso del romanticismo abre nuevos caminos con su acercamiento al campesino, al hombre del pueblo, a su cultura tradicional y al sentido de nacionalidad. Alemania conserva el término Volkskunde.

A fines del siglo XIX se fundan en España varias Sociedades de Folklore que promueven una gran obra de exploración y de estudio. Entre 1883 y 1886 aparece en Sevilla la colección más importante del folklore español dirigida por Machado y Álvarez. En ella figuran cincuenta y cinco cuentos populares (cinco son chilenos). Fernán Caballero publicó, en dos obritas, entre otros materiales, cuarenta y siete cuentos populares. Guichot y Sierra ha publicado un libro denso de información sobre la investigación del folklore en todos los pueblos hasta fines del siglo XIX, y de España hasta principios del siglo XX. Después de veinte años de actividad, las sociedades de folklore desaparecieron y con ellas el interés por la investigación. Se mantuvo, a pesar de todo, el estudio del romance tradicional en la benemérita obra de don Ramón Menéndez Pidal y sus colaboradores. En nuestros días, un grupo destacado de folkloristas y etnógrafos estudia el tan rico folklore de España; y la Revista de Dialectología y Tradiciones populares que dirige don Vicente García de Diego, figura entre las primeras de la especialidad en el mundo científico. Lamentablemente no se ha recopilado sino parcialmente el rico caudal de sus cuentos y leyendas que están en todas partes. En España se han perdido, seguramente, preciosos elementos que, en algunos casos, perduran en América.

La investigación del cuento popular en los países de Hispanoamérica, impulsada por sociedades científicas, ha sido fecunda, y dos han sido sus centros principales, Estados Unidos y Chile. La American Folklore Society favoreció la recolección del folklore español e hizo posible la obra meritísima de Franz Boas y de Aurelio M. Radin, José Manuel Espinosa y Juan B. Rael. A Aurelio M. Espinosa le debemos el estudio más erudito que tenemos del cuento popular español. Lo ha realizado en su colección de 280 versiones que recogió de la tradición oral de España. Aurelio M. Espinosa (hijo) exploró también una región española, Castilla, y recogió más de 500 versiones de cuentos; se han publicado en parte y dieron al padre nuevos elementos que aprovechó en el estudio de la segunda edición de sus cuentos populares.

En Chile, Rodolfo Lenz fundó en 1909 la Sociedad de Folklore Chileno, que ha propiciado importantes trabajos de folklore, realizados por investigadores de la jerarquía de Ramón A. Laval. Él, por su parte, recogió materiales de la narrativa popular y los estudió con su reconocida cultura científica. Recogieron cuentos de los indios araucanos, Lenz, el padre Félix José de Augusta y Sperata Sauniere. Otros investigadores se ocuparon del cuento popular, como Rebeca Román, Manuel Guzmán Maturana y Ernesto Montenegro. En nuestros días, Yolando Pino Saavedra, en los tres tomos de sus Cuentos folklóricos de Chile, ha llevado a cabo la obra de recolección y estudio del cuento popular más importante de su país y de América Latina. Por su método y su vasta erudición puede compararse con la ya famosa de Aurelio M. Espinosa.

Son importantes las colecciones de cuentos de Ramírez de Arellano, de Puerto Rico; de Andrade, de Santo Domingo; de Cámara Cascudo, del Brasil, entre otras.

En la Argentina, entre las colecciones de cuentos populares que se han publicado, pocas son las que se ajustan a normas científicas, y no se transcriben los cuentos en el lenguaje del narrador; en gran número han sido elaborados en obras literarias. Augusto Raúl Cortazar20, en «Folklore literario y literatura folklórica», con el subtítulo de «Colecciones de especies folklóricas», presenta un panorama actual del estudio del cuento popular de la Argentina, de los autores de colecciones, y de los escritores que lo han tratado como materia literaria. En nota, da un excelente extracto del método histórico geográfico de la escuela finesa, que ha difundido en trabajos anteriores. Susana Chertudi, en El cuento folklórico y literario regional, en Bibliografía del cuento folklórico de la Argentina y en Bibliografía del folklore argentino, informó acabadamente sobre la investigación y la elaboración literaria de la narrativa popular del país.

Estos trabajos, a los que remito, hacen innecesarias nuevas menciones. Sólo destaco la labor de Bruno Jacovella, el primero en aplicar el método histórico-geográfico al clasificar una compilación de cuentos populares, y la destacada tarea de investigación de Susana Chertudi23, que publicó, entre otros trabajos, dos tomos de Cuentos folklóricos de la Argentina. Han realizado también trabajos de investigación de la narrativa popular Martha Blache y Olga Fernández Latour de Botas.

Berta Kössler-Ilg en más de treinta años de investigación en San Martín de los Andes, provincia de Neuquén, recogió cuentos de los indios araucanos, que publicó en dos volúmenes, uno en español y otro en alemán.

El grupo de antropólogos del Centro Argentino de Etnografía Americana que con la dirección del doctor Marcelo Bórmida y el auspicio y financiación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas investiga la cultura de nuestros indígenas, ha documentado, entre otros elementos de la narrativa, un buen número de cuentos de indudable origen español o criollo, tanto entre los tehuelches y araucanos de la Patagonia, como entre los mocovíes, los tobas, los pilagás, los matacos, los chorotes, los chulupíes y los chiriguanos del Chaco central y meridional (Runa, V. XII, Buenos Aires, 1969-1970; Scripta Ethnologica, n.º 1, n.º 2, n.º 3, 1973, 1974 y 1975).

Pino Saavedra, en la Introducción a sus Cuentos folklóricos de Chile, nos da una amplia noticia sobre el impulso que en los últimos tiempos, un grupo de sabios europeos ha dado al estudio del cuento, al que se han incorporado eminentes investigadores de América. Entre otras informaciones importantes destaco el propósito de Friedrich Ranke, autor de obras maestras, de concentrar los estudios sobre las narraciones populares en un órgano de carácter internacional y reunir periódicamente a los investigadores. En la actualidad, es muy activo el estudio del cuento en Alemania. Lo mismo podemos decir, en general, de los países europeos.

En el ámbito de-España, que nos interesa particularmente, tenemos, entre otras colecciones, las de Cabal, de Llano Roza de Ampudia, de Curiel Merchán, de Cortés Vázquez, de Sánchez Pérez; de la zona catalana las de Amades, y en Marruecos, las de Azzuz Haquim y de Noy.

El estudio del cuento ha alcanzado, como dijimos, un gran progreso en obras de carácter general como la de Stith ThompsonEl folklore, y de estudios parciales como el de Espinosa sobre El muñeco de brea, el de Ranke sobre Los dos hermanos y el de Birgitta Rooth sobre La Cenicienta.

Los estudios del cuento popular en Francia se inician a fines del siglo pasado. Van Gennep en sus cinco volúmenes del folklore francés contemporáneo ha llevado a cabo la difícil empresa de estudiar y comentar las obras de los numerosos investigadores que han explorado el territorio de Francia y sus provincias. Impone una mención especial Roger Pinon, que, en Le conte merveilleux comme sujet d'Études, realiza una síntesis ejemplar de la ciencia del cuento popular. Pino Saavedra, en la «Introducción» a sus Cuentos folklóricos de Chile, destaca la apasionada y erudita labor de Paul Delarue, que se interrumpió con su muerte cuando se imprimía el primer tomo de su obra monumental, Le conte populaire français, que comprendía a Francia y a los países de lengua francesa.

Hasta principio de nuestro siglo no contábamos con una clasificación que pudiera aplicarse a los cuentos de los diversos pueblos. En 1910 publicó, en el número 3 del Folklore Fellow Communications, el sabio finlandés Antti Aarne, un catálogo general de tipos de cuentos. Este catálogo, perfeccionado y ampliado por el profesor norteamericano Thompson, ha tenido tal eficacia como instrumento de trabajo que se ha universalizado, y es usado por los investigadores del cuento, en general. Thompson elaboró una voluminosa obra, su Índice de motivos, que también se ha universalizado, al que agregó motivos literarios. En algunos países se usaron catálogos nacionales. Para nuestros cuentos americanos tienen importancia particular el catálogo de Boggs y el de Hansen. Espinosa ha ordenado sus cuentos de acuerdo con una clasificación propia. La clasificación de nuestros cuentos se basa en la determinación de los tiposmotivos y rasgos de motivos. Sistematizar los cuentos populares de un país según las convenciones de estos catálogos internacionales ofrece grandes ventajas para las referencias, la comparación y la determinación de materiales nuevos que deben ser estudiados como tales en la ciencia fascinante del cuento popular como la llama Roger Pinon.

En el naciente movimiento científico del estructuralismo comenzamos a conocer nuevos estudios sobre el análisis del cuento popular. Son hipótesis de trabajo en plena elaboración, que abren caminos para la investigación del futuro. La obra que en la actualidad tiene mayor resonancia es la de Vladimir Propp, Morfología del cuento, que, publicada en 1928, sólo alcanzó difusión y fue traducida a varios idiomas cuando le dieron ambiente los estudios estructurales de lingüística y de etnología. Dice Propp en el Prefacio: «... en el terreno del cuento popular, folklórico, el estudio de las formas y el establecimiento de las leyes que rigen la estructura es posible, con tanta precisión como la morfología de las formaciones orgánicas». Comprende que no es posible aplicar esta afirmación a la gran variedad del cuento popular y elige un género, el del típico cuento maravilloso ruso. Realiza su estudio sobre 110 cuentos de la compilación de Afanassiev. Polemiza con sus predecesores que ven la unidad del cuento en el tema o tipo y en los motivos, y entre ellos, por supuesto, con Antti Aarne's y con los que siguen la escuela finesa histórico-geográfica, o que de una u otra manera orientan sus trabajos atendiendo al contenido de la narración. Diversos aspectos de la investigación de Propp sobre la especificidad genérica del cuento maravilloso han sido criticados por destacados especialistas, a la vez que reconocen sus aciertos de precursor. Su modelo estructural de la morfología del cuento es lineal, pero en la etapa siguiente de su investigación, la completa, al dar a las funciones una interpretación etnográfica en su libro Las raíces históricas del cuento (dimensión vertical) publicado en 1946. Con anterioridad a Propp, otro investigador ruso, A. Nikiforow, en un importante artículo escrito en 1926 y publicado en 1928, formuló sus observaciones en varias leyes morfológicas, pero no fueron desarrolladas en una investigación de la sintagmática narrativa. Los estudios lógicos abstractos del estructuralismo, basados en la forma, tratan de descubrir el átomo narrativo para organizar esquemas fijos que identifiquen los grandes grupos de las diversas especies del cuento popular.

Dentro de esta orientación científica destacamos el estudio de los cuentos populares realizado por A. J. Greimas en su Gramática estructural, que atiende al aspecto esencial de la significación. Greimas anota las principales objeciones que se pueden hacer a Propp y presenta su obra con las siguientes palabras: «No se trata aquí de hacer la crítica de Propp, cuyo papel de precursor es considerable, sino simplemente de registrar los progresos realizados durante estos treinta últimos años, debido a la generalización de los procedimientos estructuralistas». Martha Blache aplicó el esquema de los actantes de Greimas al análisis científico de una especie de la narrativa popular paraguaya.

En la investigación de la narrativa tradicional ocupa un lugar de singular interés el estudio psíquico-filosófico de Bruno Bettelheim, contenido en su hermoso y profundo libro The uses of enchantment. Como psiquiatra-educador de larga y sabia experiencia, documenta su teoría según la cual, el cuento popular es insubstituible en la formación del niño porque le da el sentido recóndito de la vida. Esta obra ha tenido repercusión mundial y aparece oportunamente para neutralizar una curiosa corriente que clasificaba de crueles y truculentos a los cuentos que con mayor frecuencia se narraban a los niños desde tiempos lejanos. Su defensa científica del cuento popular confirma la intuición del pueblo que los contó y los sigue contando a sus hijos, y por ello ha sido llamado «abanderado de la moderna psicología de la infancia».


FUENTE: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cuentos-y-leyendas-populares-de-la-argentina-tomo-i--0/html/0033a660-82b2-11df-acc7-002185ce6064_52.html#I_2_



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